Los retos de la educación para menores migrantes en tiempos de cuarentena

Desde los colegios se crean estrategias para continuar con el aprendizaje de forma remota.
Los retos de la educación para menores migrantes en tiempos de cuarentena

La orden de cerrar los colegios en Colombia ante la propagación de la COVID-19, desde el pasado lunes 16 de marzo, trajo consigo más retos para los menores venezolanos que reciben sus clases en el municipio de Arauca, los cuales representan un número de casi 3 mil 197.

Si bien la directriz de quedarse en casa ha ahorrado las largas caminatas que debían hacer algunos para llegar a sus respectivas escuelas o el levantarse muy temprano para iniciar la travesía de cruzar la frontera hacia Colombia, ahora los menores se ven en aprietos a la hora de llevar a cabo sus tareas de aprendizaje de forma remota.

Con el decreto de evitar salir a la calle, los docentes tuvieron que diseñar estrategias para dictar sus asignaturas valiéndose de las plataformas digitales, tales como el correo electrónico, los mensajes de whatsapp, el envío de guías o videollamadas.

No obstante, la condición de vida en las familias migrantes en la mayoría de los casos no garantiza el pleno desarrollo de los procesos educativos. Es la situación de Patricia Cruz, madre de familia que vive en El Amparo (Venezuela), población localizada nada más cruzar el río limítrofe con la capital araucana y que, desde allí, junto a sus hijos, ha tenido que doblar esfuerzos entre el trabajo y la orientación escolar.

“Tengo un hijo en el grado primero y una niña en el grado once. Los dos se valen de mi celular para recibir la información de los profesores. A veces necesitamos investigar cosas y si no es por la luz, la dificultad es el wifi (…) Ha sido difícil para todos: docentes, estudiantes y padres de familia, además que por la crisis aquí no contamos con las condiciones para hacer las cosas de una vez”, afirma Patricia.

A este problema se le suma que en otras zonas ni siquiera existe la posibilidad de conectarse a una red wifi, por lo que los mismos padres deben recargar sus celulares y así acceder a la internet, lo que representa una gran complicación si se tiene en cuenta las vulnerabilidades económicas de la comunidad migrante.

Sin embargo, buscando contrarrestar esta situación, los colegios han optado también por imprimir guías y entregarlas a los padres de familia, así lo argumentan directivos como Janeth Osses Barrera, rectora del Colegio Nacional Simón Bolívar, ubicado en el municipio de Arauca.

“Ellos dicen que la señal de internet es supremamente mala, de tal manera que nosotros, gracias a los recursos que el Ministerio de Educación envía, nos hemos dotado de materiales impresos que los papás o algún líder va a buscar al colegio para entregárselo a los demás” explica.

A esta estrategia también se suman organizaciones de cooperación que se ponen en contacto con los profesores para trasladar los temas, las tareas o evaluaciones a los estudiantes. En este sentido, el whatsapp de algunos trabajadores encargados de brindar ayuda y orientación a la población migrante en territorios específicos de la frontera, se convirtió en el centro de comunicación entre alumnos y maestros.

Padrinos que brindan desayuno a los alumnos

Ahora, si bien la situación para no desconectar a ningún niño, niña o joven de la dinámica escolar plantea desafíos que día a día desde las instituciones se tratan de solucionar, hay otra variante que entra a jugar en este escenario de retos educativos en tiempos de cuarentena y es la relacionada con la alimentación.

En Colombia funciona el llamado Plan de Alimentación Escolar (PAE), programa que ofrece un complemento alimentario a algunos alumnos y alumnas pertenecientes a los establecimientos educativos de carácter público, una ayuda que a propósito no alcanza a cobijar ni siquiera al 50% de los estudiantes, en Arauca.

Con la llegada de la cuarentena, lógicamente se tuvo que pensar en otra alternativa a la acostumbrada entrega de comida en los colegios. En este sentido, ahora se distribuyen las Raciones Para Preparar en Casa, de forma mensual, consistentes en productos alimenticios para el sustento diario.

Aquí el escenario es preocupante. En etapa normal de escolaridad, sumado a las travesías que poco logran solventar los buses de transporte que de forma intermitente contratan las administraciones públicas, muchos niños, niñas y jóvenes llegan a los colegios sin haber desayunado.

Ante ello, docentes como Aquilino Enrique Escobar Serrano, del Colegio Municipal Agropecuario, se convirtieron en una especie de padrinos para los alumnos que asisten a las aulas sin probar el primer bocado de la jornada.

“Este es el día a día de muchos, una vez me sucedió con uno de mis chicos. Nos dimos cuenta de que tiene problemas de nutrición. En clase se ponía pálido, con ojeras y empezaba a retorcerse agarrándose el estómago. Me acerqué un día y le pregunté qué tenía, él me decía que nada, pero yo sabía que era hambre. Tuve que retirarlo del salón, lo llevé a la cafetería, pedimos una hamburguesa, le volví a preguntar si tenía hambre y él me contestó que sí, que en efecto no había desayunado ese día”.

El profesor afirma que a partir de entonces pudo identificar el mismo caso en varios estudiantes venezolanos, por lo que decidió junto a algunos de sus colegas brindarles el desayuno a los más críticos. Si bien los colegios también priorizan a esta población, junto a los desplazados y las víctimas del conflicto, para que resulten beneficiados por el PAE, el programa entrega los suplementos casi al mediodía, por lo que los alumnos deben pasar toda una mañana sin comer.

“Llevamos dos años en este proceso de pagar la alimentación, pero ahora con el coronavirus eso sí nos preocupa porque ellos ya no asisten a clases presenciales. El colegio debe hacer un listado de beneficiados de las llamadas Raciones Para Preparar en Casa, pero son muy pocos los cupos y solo se reparte una vez al mes”, reafirma Aquilino Escobar.

Por otro lado, al ser mayor la cantidad de educandos que las comidas entregadas por los gobiernos locales, algunas organizaciones de cooperación entre las que se encuentran Save the Children o UNICEF se han sumado a la labor de llevar alimento a quienes se quedan por fuera de las listas.

Condiciones de vida en las familias

La calidad de vida, añadido al estado psicológico de los estudiantes también entran en las problemáticas de ciertos menores en tiempos de cuarentena. Aquilino es fiel testigo de las condiciones en las que viven un número significativos de los estudiantes, con sus familias ubicadas en los asentamientos urbanos del municipio de Arauca, algunos cerca al río fronterizo.

“Hay quienes viven en casas hechas con bolsas de plástico, con tablas de madera y no tienen colchoneta, duermen en el piso. Trato de estar pendiente de ellos, una vez acompañé a un joven hasta su casa, tuvimos que pasar por un caño que emitía olores fétidos y que cuando es invierno se desborda, inundando todo; mi alumno de tanto pasar todos los días por ahí tuvo un problema de hongos en los pies, así que entre varios profesores reunimos medicamentos para curarlo”, relata el educador, quien al tiempo menciona que no se imagina cómo deben permanecer todos los días durante la cuarentena estas familias.

Ante dicho panorama, desde las instituciones educativas, profesorado y directivos coinciden en aunar esfuerzos que permitan a sus estudiantes continuar aprendiendo desde casa. Manifiestan que su principal tarea es la reinvención y motivación hacia los alumnos para continuar en la tarea, argumentando al tiempo que seguirán manteniendo la flexibilización en cronogramas, evaluaciones y herramientas que sean de ayuda en el proceso de mantenerse activos.